Por Angélica Ordoñez
Gabriel Rimachi Sialer—autor de los libros de cuentos Despertares Nocturnos, Canto en el infierno, entre otros— está considerado entre los mejores narradores de la década por el crítico literario Ricardo González Vigil. Actualmente, a sus 44 años, se desempeña como director, escritor y docente.
Él nos abre las puertas de su recién inaugurada librería, café y centro cultural Casatomada —situada en el corazón de San Isidro— para contarnos cómo pasó de ser un arqueólogo sanmarquino a un amante de los libros y la literatura.
Angélica Ordoñez: Estudiaste Arqueología en San Marcos, ¿cómo y por qué te enamoraste de la literatura?
Gabriel Rimachi: Mientras estudiaba la carrera, conocí a personas que me fueron mostrando un mundo más amplio a través de la lectura. En San Marcos tuvimos un curso que dictaba María Luisa Roel en el primer año de carrera, era un curso de Literatura, en el que nos mostraba una serie de etapas de creación y literatura y me gustó muchísimo. También me gustaba y me sigue gustando la Arqueología.
Gracias a ese curso y a esas lecturas, yo empecé a leer más narrativa, poesía; y, con el tiempo, comencé a escribir. Pero empecé a hacerlo, en realidad, sobre las cosas que yo vivía en todos mis viajes por los rincones más desconocidos del Perú —te hablo de ir a la punta de un cerro donde limita Cerro de Pasco con Huánuco y, desde ahí, ver las cordilleras— esas zonas donde estás verdaderamente solo con la naturaleza. Las cosas que conversaba con los campesinos: las leyendas, los miedos, sus historias, todo eso se fue acumulando en mi cabeza y nutrió mi narrativa. Tanto es así que, en el 2000, publico mi primer libro de cuentos Despertares nocturnos, y yo nunca había llevado un taller de Narrativa, yo era un lector, uno que leía lo que le gustaba.
Con los años, uno va formando su biblioteca personal y va descubriendo, además que el mundo no es solamente tu carrera, o solo las lecturas que giran alrededor de ella, sino que hay un universo mucho más amplio y que una de las formas de acercar ese universo a ti es a través de los libros.
AO: ¿Cómo nace la idea de crear Casatomada?
GR: El año pasado, mi amigo Roberto de Olazábal, conversó conmigo sobre un proyecto cultural. Estábamos pensando retomar con más fuerza la labor editorial —con la editorial Casatomada, que cumple 15 años—, y decidimos arriesgarnos por abrir un nuevo espacio de libros. Como negocio, la librería es una locura; pero creímos en este proyecto y seguimos haciéndolo. Lo que estamos haciendo es crear estrategias para generarnos más lectores, por ejemplo, con clubes de lectura, los cuales están siempre llenos. Entonces, hay un interés en las personas por compartir lo que leen.
Vienen médicos, ingenieras civiles, ingenieros mecatrónicos, enfermeras y amas de casa: son personas a las que les gusta leer y tienen la necesidad de compartir lo que leen y, así, nos enriquecemos todos.
AO: A partir de tu experiencia, ¿qué retos se deben superar para lograr este tipo de espacios literarios en nuestro país?
GR: Hay que estar loco para abrir una librería en Lima, y en realidad, en el Perú. El reto está en lograr que la gente entre y que, si entra buscando un libro de Vargas Llosa y no lo tenemos —cosa que es muy rara— se vaya con un libro de Eduardo Halfon. Nosotros no somos vendedores de libros: somos libreros, somos lectores. Por lo tanto, estamos leyendo constantemente y podemos conversar con los lectores y ofrecerles, de acuerdo a sus gustos, algo que ellos aún no han descubierto.
Creo que de eso se trata la magia de una librería como esta, en la que el trato es distinto y personalizado: no estamos encima de ti, pero sí al tanto de lo que quieres. El que viene no es solo un cliente, sino alguien que viene a compartir su tiempo con nosotros, y buscamos que se sienta cómodo, como en su casa y esta es una bastante cálida. Puedes pedir un jugo, un café, un pan artesanal y conversar. Hay mesas entre los libros porque la idea es que te sientes a conversar.
AO: ¿Qué encontramos en Casa Tomada?
GR: En realidad, Casatomada es una librería, café y centro cultural. Es la única librería de Lima que funciona así. Acá tienes talleres de narrativa, novelas, poesía, cuentos. Talleres de actuación, pintura, de teatro, de mimos. Realizamos talleres para niños con Síndrome de Down, otros de crónicas periodísticas, etc. Y todos son dictados por gente de primer nivel: ganadores del Premio Nacional de Literatura como Marco García Falcón y Miguel Ildefonso; Cronwell Jara —Premio Casa de la Literatura Peruana— y Eloy Jáuregui —uno de los mejores periodistas peruanos—.
Todos los sábados, de 6:30 p. m. a 8:00 p. m., tenemos un club de lectura llamado “Fahrenheit 451” ,en honor a la novela de Bradbury; mientras que los jueves se reúne otro llamado “Moby dick”. Además, se presentan libros, hay conversatorios, homenajes, recitales y tenemos un Cineclub.
Todo es gratuito; salvo los talleres, todo es gratis. Nos hemos preocupado por ofrecerle a nuestros lectores y visitantes cosas de calidad. Y está funcionando.
AO: ¿Qué le recomendarías a alguien que quiere empezar este negocio-aventura como es una librería?
GR: Que abra un restaurante o un bar (risas). Es muy muy difícil, nosotros hemos tenido, dentro de todo, mucha suerte. Pero, aún así, hacemos magia para llegar a fin de mes en azul o, por lo menos, en morado (risas), porque, como en todo negocio, pagamos luz, agua, sueldos, internet, impuestos que no son nada baratos; y, después de hacer todo eso, vemos qué nos queda a nosotros.
Pero es algo que nos gusta. Como decían las abuelas, “sarna con gusto no pica”. Queremos que, poniéndole todo el esfuerzo que le hemos puesto a este proyecto que es una realidad, se mantenga en el tiempo. Hay tiempos para los negocios que se tienen que sobrepasar: así como para que una revista prenda deben pasar los diez números, para un negocio como este, deben pasar tres años. Pero es difícil, es bastante difícil. Por ello, realizamos muchas actividades, las cuales nos generan un tráfico importante de personas y la posibilidad de que compren algunos libros. Es parte del encanto y del reto al mismo tiempo.
AO: Cuéntanos, ¿Qué otros proyectos literarios tienes en mente?
GR: Este año espero sacar mi libro de cuentos —en mayo o junio—, y luego presentar las novelas que tengo en algún concurso, quizás por ahí gane algo (risas). Y si no, igual las publicaré. En este tipo de proyectos, la idea es resistir. Y creo que ya estamos en un momento en el que el cuero se ha curtido. Tenemos la capacidad de poder aguantar, aguantar hasta que el cuerpo nos dé.
Es lo que nos gusta, es como uno de esos sueños de juventud que solamente se pueden hacer una vez en tu vida. La experiencia de por sí ya es enriquecedora. Mi socio y yo le estamos poniendo alma, corazón y vida a esto y vamos a darle hasta que nos dé la fuerza. De eso se trata.