[Reseña] Comprensión lectora: el modelo de destrezas cognitivas, por Miguel Carhuaricra

Miguel Inga Arias, Raymundo Casas Navarro y Gonzalo Pacheco Lay (2019). Comprensión lectora: el modelo de destrezas cognitivas. Lima: Editorial Mantaro.

Por Miguel Carhuaricra

Explicar y reflexionar sobre el potencial formativo de la lectura conlleva a que los docentes de los distintos niveles educativos realicen una minuciosa revisión de las propuestas teóricas en torno a la comprensión conceptual de las habilidades cognitivas y de los procesos pedagógicos. Así mismo, considerando que el hecho pedagógico trasciende las aulas, el docente ha de concretizar dicha explicación y reflexión a través del diseño de materiales que expliciten las ideas concebidas. Tales tareas han sido asumidas en conjunto por los profesores e investigadores sanmarquinos Miguel Inga Arias, Raymundo Casas Navarro y Gonzalo Pacheco Lay y se plasma en Comprensión lectora: el modelo de destrezas cognitivas, libro que, como se menciona en el prefacio, representa “la concreción didáctica de un programa de investigación concerniente a la evaluación inscrita en los sistemas de admisión a las universidades” (p. 8).

En la parte inicial, se plantea una reflexión teórico-procedimental sobre la lectura y sus implicancias en la cognición. Para ello, los autores se apoyan, básicamente, en las ideas de Niel Taatgen, Jerome Bruner y John Dewey. Luego se recomienda diez módulos de comprensión lectora en torno a textos seleccionados estratégicamente para desarrollar una secuencia de análisis que requiere la prelectura, la lectura, la relectura y la evaluación. Este camino analítico se acompaña con una lectura complementaria, una actividad de autoevaluación y orientaciones metodológicas a los docentes para abordar los textos propuestos. Finalmente, se detalla una tipología de la inferencia en la comprensión lectora y se propone taller para el desarrollo de la habilidad deductiva.

Una definición matriz nos guía hacia la comprensión de la propuesta: “Una destreza cognitiva implica una sutil operación de la mente que se enriquece con una buena base de datos y que tiene como objetivo resolver una amplia gama de problemas (p. 9). No obstante, de entrada, se precisa que, en el modelo de destrezas cognitivas, la información es solo un punto de partida, pues “El busilis estriba en la elaboración, en el procesamiento, en la construcción de conocimiento; es decir, lo esencial es la dinámica que se activa en la factoría de la mente humana” (p.7). En efecto, podemos identificar que para potenciar la cognición se ha de poseer amplia información textual y generar situaciones en las cuales el caudal informativo sea utilizado por el estudiante para que, como señala Taatgen, pueda “activar la factoría de la mente: el complejo sistema del pensamiento humano” (p. 9).

Apoyados en las intuiciones de Bruner, se esclarecen los vínculos entre aprendizaje y lenguaje. A decir de los autores, el aprendizaje resulta de la conjugación de conceptos, información proveniente de la cultura y de la capacidad para inventar nuevas categorías, las cuales, en opinión de Bruner, “proceden de la interacción entre sus destrezas cognitivas y el andamiaje cognitivo de raigambre cultural” (p. 10). En ese sentido, se entiende que la comprensión lectora no es una capacidad que se reduce a la atención aislada del texto, sino también a la conexión creativa entre lectura y experiencia. Siguiendo la óptica de Bruner, se sugiere que el aprendizaje, vale decir, la relación consciente entre la experiencia de los estímulos del entorno y el procesamiento mental, tiene como principal mediador al lenguaje. A modo de síntesis, los docentes sanmarquinos postulan que, luego de captar los estímulos directos, “la cognición se libera y se torna más versátil gracias al maravilloso instrumento que significa el lenguaje” (p. 11).

Afín a la esencia del libro, esta inicial precisión conceptual se convierte en una invitación de los autores para plantear una inferencia centrada en el campo educativo: el fin de la educación no es seleccionar y repartir un puñado de datos que el alumno podría procesar, sino “establecer un esquema cognitivo que le permita al niño resolver problemas en una cada vez más amplia gama de situaciones” (p. 13). De esta conclusión, se desprende una de las primordiales tareas del docente en aras de desarrollar las destrezas cognitivas durante la experiencia de la lectura: diseñar materiales acordes al marco contextual de los estudiantes y que les permitan explorar, afianzar y afirmar sus procesos retención, análisis, inferencia y refutación de la información textual. Miguel Inga, Raymundo Casas y Gonzalo Pacheco resumen esta idea evocando el pensamiento de John Dewey: “la experiencia debe ser la base del método de enseñanza y, como tal, debiera ser el eje de toda actividad del profesor” (p. 14).

Atendiendo a esta última afirmación, nos surge una interrogante: ¿Cómo incluir la experiencia en la enseñanza de la lectura? En el presente, la enseñanza de la lectura ocurre en el salón de clases y, en muchas ocasiones, se analizan textos que el docente previamente no ha seleccionado ni evaluado la pertinencia para sus estudiantes. Por ello, creo que, en sintonía con la propuesta, la pregunta puede reorientarse pensando más en el estudiante y plantearse del siguiente modo: ¿De qué manera incluyo la experiencia en el desarrollo de destrezas cognitivas a través de la lectura? Esta interrogante nos advierte que, en aras de utilizar la experiencia como “base del método de enseñanza”, el docente deberá evaluar la pertinencia de la temática, la densidad y el enfoque de los textos y diseñar secuencias graduales de análisis que pongan en marcha los procesos mentales del estudiante, por ejemplo, la síntesis y la extrapolación.

A partir de la explicación anterior, comprendemos la tesis de los autores: “Postulamos que la configuración de mecanismos de aprendizaje de destrezas cognitivas se aplica al aprendizaje de la lectura en la medida en que se entiende como una operación de resolución de problemas de interpretación” (p.15). Esta idea nos advierte que para afianzar destrezas cognitivas se requiere información, pero es más importante aún realizar operaciones mentales con dicha información. En consecuencia, el aprendizaje memorístico de la definición de inferencia no muestra una destreza cognitiva en sí; por el contrario, en base a la mirada de Daniel Cassany, debemos considerar que “para desarrollar la inferencia se tiene que llegar al estadio procedimental en que el lector es capaz de entender lo que está entre líneas y tras las líneas” (p.17).

Con el interés de que la lectura se entienda como una oportunidad para realizar “la resolución de problemas de interpretación”, se plantean diez módulos de comprensión. Si consideramos que el público receptor de los textos son alumnos encaminados hacia la vida universitaria, resulta un acierto las lecturas seleccionadas debido a la variedad temática y la densidad de las ideas. Así, el lector se adentrará al pensamiento de Mario Vargas Llosa sobre la literatura y la vida (Módulo 1), al planteamiento de Daniel Goleman sobre la utilidad de las emociones (Módulo 6) y la reflexión filosófica de Platón en torno a la interrogante “¿La muerte es un bien?” (Módulo 10). Por supuesto, los textos de información complementaria se vinculan estratégicamente con el texto principal y los textos de autoevaluación, por su parte, cumplen la función de fortalecer la destreza para interpretar ideas a partir de información nueva.

Las preguntas para abordar cada texto se clasifican según el nivel literal, inferencial y crítico, lo cual nos revela esa intención gradual con el que se deben desarrollar las estrategias cognitivas. Además, la formulación clara y diversa de preguntas modelo se convierten en un referente didáctico para los docentes preocupados en desarrollar las destrezas cognitivas de sus estudiantes a partir de textos seleccionados por ellos mismos. Así mismo, las consideraciones metodológicas que cierran cada módulo sugieren acciones pedagógicas para dialogar y vincular conceptos y experiencias individuales antes de la lectura, sugerir recursos para identificar y esquematizar ideas durante la lectura y reflexionar y evaluar lo comprendido después de la lectura. Con ello nos queda claro que la especialización de una destreza cognitiva, más precisamente la inferencia, se consigue a medida en que el lector participe en situaciones que le permitan operar y evaluar una información. 

Hacia la parte final, el libro propone un taller de destrezas cognitivas centrado en el desarrollo de estrategias inferenciales en la compresión lectora. Aunque breves, la explicación y ejemplificación de las modalidades de la inferencia y las actividades para su reconocimiento, así como las secuencia para encaminar el razonamiento inferencial, resultan propicias para que estudiantes y docentes puedan vislumbrar cómo una inferencia es una luz que procede del análisis de la información del texto y de su relación con el contexto. Debido a que toda destreza se concibe como una experiencia activa, los autores buscan que esta comprensión de la inferencia se convierta en un procedimiento, por ello, proponen un texto de aplicación que trata acerca del diagnóstico de la enfermedad neurológica de Elliot.

En mi opinión, el riguroso y sistemático tratamiento de las fuentes, las puntuales y fructíferas precisiones conceptuales, la selección estratégica de las lecturas y el diseño creativo de las actividades convierten a Comprensión lectora: el modelo de destrezas cognitivas en una apuesta por comprender el acto de leer como una actividad formativa en la que el lector mentalmente relaciona texto, experiencia y contexto para, de ese modo, acercarse a la comprensión cabal de la información. Así mismo, la organización del contenido nos permite reconocer la preocupación medular de los autores: esclarecer que leer no solo es una ocasión para acceder a información, sino como una oportunidad para que los estudiantes desplieguen y perfeccionen su habilidad para ordenar datos, explicar ideas y deducir situaciones.

En tanto propuesta pedagógica, el libro, por un lado, es una exhortación a docentes e investigadores que conciben la enseñanza de la lectura solo como un momento para el adiestramiento de técnicas de lectura en pos de encontrar la idea principal de manera acrítica. Puede que la enseñanza para tal propósito sea atractiva y se resuelvan correctamente muchas preguntas, pero es más importante que en el escenario escolar se perciba al estudiante como sujeto en construcción de un pensamiento autónomo y que pueda ser capaz de aprender a aprender. Por otro lado, es una invitación a entender que la lectura en la escuela, además de permitirnos sumar conocimientos, es un medio para el desarrollo de nuestras capacidades cognitivas, las cuales serán útiles a los estudiantes para un pleno desenvolvimiento en el trabajo, en el escenario académico y en la sociedad, en suma, para la vida misma.        

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