“Crónica de varios planos en el circo”, un relato de Serafín del Mar

Serafín del Mar, poeta y escritor vanguardista, relacionado, además, con el APRA de Haya de la Torre y Magda Portal, nos presenta un relato breve recopilado por Jorge Kishimoto en Narrativa peruana de vanguardia (1993).

una noche con olor a cielo palabras húmedas arrolladas en el suelo dora gutrí en un vértigo de velocidad rompió con su caballo blanco todas las miradas agarradas de sus senos que reían en el redondel que se tragaba kamerín haciendo a un lodo el viento multiplicado centuplicado la música cáfrica se desesperaba yo estaba paralizado en el vértice del grito dora gutrí era bella sus carnes tenían fragancia de frutas yo estaría por apostar que algún pájaro se paró en su boca que olía a nido pero en el circo se vendía por 20 céntimos y una galantería que le decían los mozos al pasar cerca de mí la apreté en mi deseo y ella soltó una carcajada que rodó por todos los rincones

los clownes en sus volantines arcoirizaban el espectáculo la música de los negros aullaba como gatos alegres sobre la luna que se goteaba en los techos arriba el trapecio un niño se dislocaba y tony cae al suelo de un salto mortal todos los países se citan en un circo mi recuerdo un mapa sal la negra norah de djibuti deslumbrante vestida de verde escupiéndonos en la cara el nevado frío de sus dientes sube a un alambre ella flexible igual al sonido de un vaso de cristal en equilibrio prodigioso se sexo se derrite como un limón

bravo negra los ogros inflaban los carrillos para hacer sonar más los trombones la noche se había dormido en las carnes de norah las estrellas fumaban sus cigarros en las lentejuelas un viento afiebrado nos aventaba el vaho de las fieras las pantallas de sus ojos se metían en nuestra atención sentimos labios de selva con el trópico que nos quemaba el corazón los pájaros en sus audiciones de música se burlaban del fracasado eric satie en las ramas fraternas se mecían enormes culebras que nos inyectaban una lluvia de emociones jaaaijaaai púmmm la vestal negra bailaba un shimmy mortal música alambre mujer era una sola cosa parecía que la mañana despertaba en su cuerpo que ya tenía olor a aurora de selva qué linda estaba la negra la quería llevar en mis brazos bien sabe ella los aplausos cayeron como un paraguas y se fue exprimiendo la ciruela de su sonrisa al entusismo [sic] de 1000 manos que se agitaban furiosamente su cabeza pavo real zigzagueaba al cortar la cortina del camarote.

yack el domador de fieras los tonys cómo se divertían sí estos circos tienen mucha de nuestra vida un acróbata en la barra por una quinta la música se desmayó los payasos con sus pantalones llenos de pasajes sus caras la luz reía en la jaula del domador su alma era tablero de colores donde relucían sus ojos frente a los del tigre que mordía su cólera las tigresas como las mujeres frotaban su cuerpo de terciopelo al suelo haciendo cosquillas sus garras a la sombra de yack que oscilaba igual a un péndulo tifones de inquietud humana azotaba las rejas de acero donde sudaban las horas del tiempo decapitándose la respiración de los expectantes a la una  las dos a las tres el tigre de singapur danzaba colérico tragándose las miradas de yack el público que solamente sabe ver la danza no veía cómo el tigre nos pulsaba en su desesperación yo un testigo qué estarán pensando las tigresas que se ríen en su seriedad si estas cosas gritan nó nó muy dentro de nosotros desde aquel instante asqueé al hombre domador esperé en la puerta esperé no sé a quién estaba emocionado como prendido en la niñez salió norah del brazo de yack clavándome una mirada de donde se colgó ella creí que iba a dar la vuelta pero se besaron en la calle con un sonido de platillos que paralizó el tráfico en la esquina un polizonte miraba la luna pasó corriendo un niño y se llevó en los ojos.

[Del Mar, Serafín (1993 [1926]). Crónica de varios planos en el circo. En Jorge Kishimoto, Narrativa peruana de vanguardia. Documentos de Literatura, 2/3, 71-72.]

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