García Tirado, Evelyn. Génesis. Crónica de una familia. Lima: Arkabas, 2018, 358 pp.
La investigación sobre un periodo temporal determinado muchas veces ha servido para la producción ficcional. Esta se vale también, en la misma medida, de la adaptación de las experiencias del autor. En esta oportunidad, Evelyn García, luego de sus libros Un talismán para Liu y La casa del sol naciente, se ha valido de la investigación en los archivos históricos y familiares de Cajamarca, así como su experiencia en este lugar para presentarnos su última novela: Génesis. Crónica de una familia, relato que nos ubicará principalmente en los pueblos de Shitamalca y Huayanay, los lugares más importantes en el desarrollo de la trama.
Esta novela se ubica cronológicamente entre los años 1872 y 1942, de tal manera que la Guerra con Chile, y la guerra civil desatada entre iglesistas y caceristas, es parte decisiva de la primera mitad de la novela. Génesis nos relata los orígenes de una familia cajamarquina, síntesis de dos pueblos y sus tradiciones. En Shitamalca, Pío Bautista y Rosa Espinar unen sus vidas en un matrimonio caracterizado por la inocencia, felicidad y lealtad; mientras, en Huayanay, dos familias, la de Toribia Cruz y Silvio Carrera y la de José Manuel Tadeo y Zoila Salirrosas, tienen como rasgo más importante el situarse en el limbo entre lo religioso y lo profano. La cuestión histórica desplegada en la obra, desaparece en la segunda mitad para centrarnos en el desarrollo de estas dos familias.
Con personajes y genealogías que nos recuerdan -no en menor, pero sí en diferente medida- a los de Cien años de soledad de García Márquez, García Tirado ha construido un relato en el que la fe de un pueblo debe combatir la guerra y la brujería. Shitamalca es el escenario principal en el que las fuerzas de Miguel Iglesias y Andrés Avelino Cáceres desatan una batalla sangrienta que, aún al pasar los años, tiene repercusiones para las nuevas generaciones. Si bien esta no fue una batalla decisiva para el fin de la guerra, sí fue importante para Cajamarca, pues significó el desalojo de las fuerzas chilenas en su territorio, a pesar de que el ejército patriota tuviera todas las desventajas posibles.
La Batalla de Shitamalca, la que será recordada ya como lejana por la tercera generación de este pueblo, muestra como personajes al ejército de Miguel Iglesias combatiendo contra el de Andrés Avelino Cáceres. En el bando del primero, los personajes son representados como peruanos vendidos al país chileno, entre los cuales se encuentra el traidor Diego Trigoso, quien, al ser rechazado en el plano sentimental por Rosa Espinar, ocupa el lugar antagónico a Pío Bautista, dirigente del ejército cacerista en su hacienda. En este último, los personajes no son los verdaderos patriotas peruanos ni mucho menos. Pío Bautista conoce las intenciones de don Manuel Puga al enrolarse en las filas de Cáceres: convertirse en político es su ambición. Pío Bautista tampoco tiene interés en sacrificarse por el bien del país: este no mueve a toda su hacienda a la batalla si es que las balas no pasan por ella. Señalando sutilmente el problema indígena de aquella época, García Tirado elabora peones que desconocen la razón de su lucha, ubicándose así en un periodo histórico claro en el que dicho problema será denunciado, tiempo después a la época representada, por Manuel González Prada:
Como varios de los hombres que ha traído el doctor son de Chota, difícilmente entienden el castellano y no tienen conocimiento de los símbolos patrios. Solo algunos son letrados, la mayoría son campesinos valientes pero empobrecidos. (p. 88)
Otra característica de la obra es el tema de la magia y los sucesos maravillosos en estos pueblos. Cuando Vargas Llosa interroga a García Márquez acerca del carácter fantástico de su obra, este le responde que los supuestos hechos fantásticos son parte de la realidad latinoamericana que los escritores plasman en sus libros. De la misma manera, los personajes no cuestionan la posesión de Toribia Cruz por medio de la comida de Doña Concho ni a la warmi que hipnotiza a Antonio y Humberto Tadeo ni los poderes extraordinarios de David Zorro y Pedro Kuntur, entre otras acciones. Estos hechos, la mayoría de las veces, están ligados a las acciones desarrolladas por los brujos, como Silvio Carrera o David Zorro, ambos actores en el pueblo de Huayanay, situación que García Tirado comenta haber vivido en su estancia en estos lugares. Sin embargo, la brujería está combatiendo constantemente con la religión, así, mientras la familia de Toribia Cruz sucumbe a una familia de brujos como los Carrera, llegando incluso a unirse en matrimonio con el hijo Silvio, los descendientes de José Manuel Tadeo, familia resguardada por San Antonio, deben mantener firmemente su fe ante los peligros que la brujería les oculta detrás del amor. Los pobladores de Shitamalca no podrán hacer frente solos a los espíritus malignos, necesitarán al patrón San Antonio, aquel que a través de sueños advertirá los peligros cercanos o, por medio de su presencia, impedirá las malas decisiones de los personajes. Los contactos de los pobladores con hechos fantásticos no son sucesos aislados, pues estos suelen ocurrir frecuentemente como si fueran parte de su transcurso diario. La práctica de los brujos está asociada al vínculo directo y constante con el diablo, por lo que su poder es inmenso, aunque no logra sobrepasar al de Dios.
La obra de Evelyn, sin embargo, no nos habla únicamente de estos dos ejes. El punto de vista femenino es harto explorado en sus páginas, pues la mujer cobra un carácter necesario para el desarrollo de la obra. Desde la portada del libro, esta es el centro de la trama: la mujer que sucumbió al pecado se encuentra frente a la mujer que llevó en su vientre al redentor de la humanidad, pronosticando así la síntesis de dos fuerzas contrarias en una familia como la que cierra el relato. De esta manera, Evelyn García nos presenta una novela que engarza diversas historias para originar una familia en el entorno cajamarquino. Si bien está basada en la investigación que la autora hace de su familia, se aleja completamente de las llamadas novelas de autoficción, que caen en un simple “relatar los recuerdos”. García Tirado realiza un pleno trabajo con la ficción y el lenguaje, el cual, además, es demostrado en la investigación hecha para su glosario de términos incluido al final del libro: un amplio catálogo que nos permitirá comprender jergas, geografía e historia de la Cajamarca protagonista de la historia.
Alex Hurtado
Red Literaria Peruana / Universidad Nacional Mayor de San Marcos