El cuerpo no corroido: el existencialismo supremo en Altas hojas de Cecilia Bustamante

Alejandra Monterroso Barboza y Gonzalo Portals Zubiate

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Escrito en 1956 y publicado en 1961, Altas hojas es considerado por la mayoría de la crítica como el primer texto poético de Cecilia Bustamante. Si bien algunos poetas tardan un tiempo en hacerse de un lenguaje propio, este poemario evidencia una voz plenamente original y distinta de las otras voces de su generación. Con una voluntad esclarecedora y perspicacia que ya anunciaban la gran calidad y madurez de la autora, Juana de Ibarbourou en el pórtico de esta primera edición escribió lo siguiente: “Cecilia Bustamante seguirá su trayectoria, publicará otros libros, pulirá pequeños defectos, pero Altas hojas marcará siempre su cenit” (1961, p. 7). Así, mediante un dominio especial de los recursos estilísticos, los versos de este primer libro nos invitan a adentrarnos en su universo personal signado por la trascendencia. Asimismo, la relación de la autora con la naturaleza es intrínseca. Para nuestra poeta, Altas hojas, como sostiene en una entrevista concedida a Sandro Chiri en 2006, “es el que más elogios y estudios ha merecido” (p. 22).

Cecilia Bustamante es la poeta de la sujeción, de la economía verbal y, sin embargo, contra todo pronóstico esta le permite ofrecernos una variedad de registros y discursos. Asimismo, la autora manifiesta que su poesía posee características que ha mantenido a lo largo de toda su producción poética: “Descripción de un mundo interior, la búsqueda obsesiva de un lenguaje escueto, directo y al mismo tiempo que se desdoblara, revelando otros caminos” (2006, p. 22).

La materia prima de su poesía está concebida desde su mundo infantil y los elementos de la cotidianidad. De esta manera, Bustamante forja sus poemas con la meticulosidad de un orfebre que va dando forma lentamente a una piedra hasta transformarla en una gema. En este sentido, ella confiesa en una entrevista a Margara Russoto en 2002 la pretensión de conducir el poema hasta su máximo esplendor: “Para mí es un viaje órfico. Es también una epifanía. Ese texto desbocado, en mi caso personal, lo trabajo sin concesiones e irrenunciablemente, como cualquier artista” (p. 82).

Nuestra poeta se aleja de sus cogeneracionales para anticiparnos una voz diferente. Cecilia Bustamante decide usar un lenguaje limpio, prístino. Desde esa perspectiva, destacamos que su poética se desliga de recursos estridentes para ofrecernos una voz llana y simple, pero en cuyo germen está toda esa carga de reclamo en relación con la problemática vivida por las mujeres. Así, como expresa Gloria Mendoza (2006) en el ensayo “Cecilia Bustamante, la poesía y la difusión de la escritora peruana”: “La poesía de Bustamante enuncia, es ante todo un ejercicio de afirmación como sujeto textual, se trata de poder decir, en una época y en una sociedad donde las mujeres estaban acostumbradas a callar, y en la que eran otros quienes hablaban por ellas” (pp. 66-68). De esta manera, la escritora asume una poética asexuada en la que existen altas cuotas de inspiración relacionadas con su activismo.

En el artículo “Palabra y poder. El proyecto político literario de Cecilia Bustamante” (2006), Moromisato y Rodríguez se refieren a su poética: “la voluntad de expresarse y la conciencia de construir un cuerpo textual prevalece en la tarea casi mística de escribir poesía” (p. 69). Por lo tanto, su poesía está plagada de elementos que buscan la permanencia del yo poético. Esto es una muestra de su necesidad por dialogar sobre las preocupaciones de la humanidad, tal como explica Ramón Layera en su ensayo “Alquimia verbal y existencial en la poesía de Cecilia Bustamante” (1980). El crítico señala que: “instalada en el centro de esta preocupación por la muerte, la soledad y el paso del tiempo, se encuentra la necesidad vital de comunicar la emoción y el sentimiento” (p. 573).

Cabe destacar que la poeta sobresale entre otros autores no solo por su lirismo exacerbado, sino por su originalidad temática. En este sentido, como sostiene Luis Alberto Sánchez en el colofón de este poemario: “Hay en este pequeño y delicado libro tonos intransferibles y una rica emoción apenas contenida, de sentimientos y de pensares auténticos, lo menos usual entre los poetas de hoy” (1961, p. 38). Entonces, su poética no solo contempla la aproximación al cuerpo deseado o amado, sino que más bien oculta sus deseos al ropaje de la naturaleza, como se refleja en su poema XVII.  

Por otra parte, gracias a su educación privilegiada, conoció las voces más renombradas de la poesía y la narrativa peruana. Ella alude en su escrito “En busca de espacio” que escuchó por primera vez en la escuela los nombres de “Flora Tristán, Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera, Dora Mayer, Magda Portal […]” (1985, p. 463). Debido a estos referentes, se suscitará en ella un sentimiento de consciencia del contexto social, así como de su condición de mujer en una sociedad limeña que solo vive del fingimiento y lo superficial. La autora indica que observó que en la ciudad “perduraba lo que Flora Tristán había observado más de un siglo antes: la corrupción de altas clases y la situación interior de la mujer” (1985, p. 463).

Más allá de las menciones que recibe en la escuela, manifiesta que escuchó con mayor énfasis en casa sobre autores como “Emilio Adolfo Westphalen, César Moro, Martín Adán y luego Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson y Blanca Varela, entre otros” (1985, p. 463). Luego de conocerlos, la poeta consideró la dimensión poética de estos escritores: “Me agencié sus libros y leí con gran admiración especialmente a Moro y a Martín Adán. Todos ellos eran una isla y un archipiélago pequeño y exquisito” (1985, p. 463). De este modo, el encuentro con estos referentes significó una experiencia vital para la elaboración de su obra.

Pruebas del influjo de César Moro y la impronta surrealista son el poema VI y, en el caso de Martín Adán, el poema V, por su relación con el existencialismo. Como señala Ramón Layera: “Es una poesía de revelación e intento de salvación del individuo atrapado en el absurdo de la vida, la inexorabilidad del tiempo y el avance hacia la muerte” (1980, p. 577). De este modo, expresa un sentimiento de soledad unánime que, al dialogar con el paso del tiempo, “se acepta como un proceso regenerativo de descomposición y crecimiento en el que reside la fuente de la existencia” (1980, p. 573).

Si antes Cecilia Bustamante se había mostrado proclive a la búsqueda del amor cercano con la naturaleza, ahora asume otro fulgor, como explica Layera, ya que “trasciende los límites seculares de la carne y alcanza el plano metafísico” (1980, p. 574). De esta manera, en su obra encontramos que todo permanece oculto bajo sus pies. Asimismo, la naturaleza tiene voz en todas las cosas y lo cubre todo: siempre está presente, está ocupando todos los espacios.

Además de César Moro y Martín Adán, también reconocemos préstamos vallejianos, como en el poema II: “Desde mi dedo en alto cae una población de mundos” (1961, p. 14). En la voz poética está la voluntad de perpetuar un nuevo día. En conclusión, como autora domina toda la existencia de la palabra. La relación con el hombre se establece lejana, pues ella se desembaraza de la sujeción varonil y persigue su independencia.

Finalmente, como manifiesta Gloria Mendoza, el país tiene deuda con Cecilia Bustamante. Por ello, se deberían realizar más estudios sobre su poética y trayectoria, ya que “es un paradigma de lucha, creación y fe en las nuevas generaciones de escritoras” (2006, p. 79).

BIBLIOGRAFÍA

Bustamante, Cecilia (1961). Altas hojas. Ediciones del Ministerio de Educación Pública Dirección de Cultura. Sección Bibliotecas y Ediciones. Lima: Librería e Imprenta Minerva.

Bustamante, Cecilia (1985). En busca de espacio. Revista Iberoamericana, 132- 133, pp. 460-466.

Chiri, Sandro (2006). Abandoné el Perú con 30 dólares y dos hijas. Entrevista con Cecilia Bustamante. Martín14, pp. 19-24.

Corcuera, Arturo (2006). Las altas hojas de Cecilia Bustamante. Martín, 14, pp. 36-38.

Layera, Ramón (1980). Alquimia verbal y existencial en la poesía de Cecilia Bustamante. Revista Iberoamericana, 112-113, pp. 571-577.

Mendoza, Gloria (2006). Cecilia Bustamante, la poesía y la difusión de la escritora peruana. Martín14, pp. 75-79.

Moromisato, Doris y Rodríguez, Olga (2006). Palabra y poder. El proyecto político literario de Cecilia Bustamante. Martín14, pp. 65-72.

Russotto, Margara (2006). La poesía peruana hecha por mujeres. Entrevista con Cecilia Bustamante. Recuperado del Diario El Nacional, suplemento Papel Literario. Caracas, Venezuela. Martín14, pp. 81-85.

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