Dejemos a los muertos en paz (Carta a los amigos de la Red Literaria Peruana-REDLIT) | José Antonio Mazzotti

Publicamos íntegramente la carta que José Antonio Mazzotti nos envía como nota aclaratoria con respecto a la entrevista realizada a Tulio Mora por Shéridan Medina y publicada por este medio.

José Antonio Mazzotti – Dejemos a los muertos en paz – Réplica

Dejemos a los muertos en paz

(Carta a los amigos de la Red Literaria Peruana-REDLIT)

Sr. Alex Hurtado
Director de la REDLIT
Lima, Perú

Querido Alex:

Antes que nada, espero que tú y los tuyos, así como todo el equipo de la REDLIT, se encuentren a salvo en estos terribles tiempos del Coronavirus.

Te escribo, no sin cierto bochorno ajeno, tras haber leído el texto que publicaron ayer, 6 de abril del 2020, en el blog de la REDLIT con el título de “La poesía peruana de los años 80: una mirada crítica al campo poético de una generación. Entrevista a Tulio Mora”. En él se incluye una nota introductoria de la joven investigadora Sheridan Medina y la entrevista que le hace (según se dice ahí, el 2013) al poeta y periodista Tulio Mora, lamentablemente ya fallecido en enero del 2019 por un cáncer pulmonar.

La muerte de Tulio me deja en una posición de desventaja, pues responder punto por punto las opiniones que emite (no es la primera vez) da pie a que se diga que abuso de mi condición viviente, ya que él no puede replicar.

Sin embargo, los argumentos de Tulio el 2013 no eran entonces, ni lo son hoy, nada nuevos y han sido refutados antes. Surgen de un largo intercambio que mantuvimos él y yo por lo menos desde enero de 1984, cuando firmé el manifiesto “Quema de basura”, formando parte del Movimiento Kloaka, en que se criticaba jocosamente la posición de Jorge Pimentel como líder de la segunda etapa del Movimiento Hora Zero (de 1977 en adelante). La historia de ese intercambio es muy nutrida y no hay espacio aquí para entrar en pormenores. Sólo diré que tuvo dos de sus picos iniciales cuando en junio de 1986 Tulio y Jorge lanzaron desde el suplemento Visión del Perú, cuyo dueño era nada menos que el entonces Ministro de Justicia de Alan García y presunto agente de la CIA Luis González Posada (y en donde Tulio y Jorge dirigían la sección cultural) una clara difamación terruqueadora a los editores del suplemento Asaltoalcielo, los ex kloakas Róger Santiváñez, Dalmacia Ruiz-Rosas y este servidor, a raíz de la masacre de los penales. El segundo pico fue la “polémica” que sostuvimos Tulio y yo en 1995 a propósito de la antología El bosque de los huesos, publicada en México, en que terminó llamándome, a falta de mejores argumentos, “partidario de los coches bomba” (diario La República, 23 set. 1995). Todo esto ha sido publicado y en su momento respondimos a las difamaciones, de las cuales Tulio, desgraciadamente, nunca se retractó ni desmintió.

La cuestión de fondo es, pues, ¿por qué les molestaba tanto a Tulio y a Jorge mi posición crítica y la de Kloaka? Muy simple: diferencias políticas fundamentales, visibles en los medios periodísticos en los que los dos miembros nombrados de Hora Zero y algunos ex miembros de Kloaka trabajábamos durante el desastroso y corrupto primer gobierno de Alan García (1985-1990). Por añadidura, los irritaba indisimuladamente, como se ve en la entrevista publicada ayer, el que hayamos sustentado con rigor y en numerosas publicaciones internacionales (algunas de ellas evaluadas por pares ciegos) la existencia de una generación del 68, de la cual Hora Zero forma parte esencial, sin duda, frente a una más reciente, del 80 u 82, según quiera llamársele, a partir de los poetas surgidos en las décadas sangrientas del 80 y el 90. En la mencionada antología y en mi estudio Poéticas del flujo: migración y violencia verbales en el Perú de los 80, publicado el 2002, me explayo en el asunto y explico tras una larga investigación las principales diferencias de lenguaje entre una y otra generación.

Ese es el escenario general de las declaraciones de Tulio el 2013. Nada nuevo, pues, al menos para mí. Sólo habría que añadir, para información de la entrevistadora, que cuando el crítico Juan Zevallos se refiere el 2002 a un silenciamiento del “establishment” literario y periodístico peruano contra Kloaka lo hace apuntando sobre todo a la década de los 90, no a los 80. En esta última década es claro que hubo resonancia mediática (no crítica), pero por razones más bien políticas, es decir, por la postura antisistema radical de Kloaka, y no precisamente por aprecio a su poesía, que fue ridiculizada o ninguneada en revistas como Caretas, Monos y monadas, etc., en los primeros años 80. También hay que aclararle a la entrevistadora que Eduardo Chirinos ya había ganado el Premio Copé en 1984 y sí está incluido en la antología La última cena (1987), aunque no algunos de los otros jóvenes ganadores de premios anteriores como Jorge Eslava, Eduardo Urdanivia y Carlos Reyes. ¿La razón? Simplemente no calzaban con los criterios de la selección, que se explica muy bien en el prólogo de LUC, lo mismo que algunas poetas mujeres. Por otro lado, ¿desde cuándo un premio literario obliga a ningún antologador?

Hay muchas otras cosas más que se dicen en la introducción de Sheridan y en la entrevista de Tulio, casi todas ellas sesgadas, como el ocultar inexplicablemente la segunda edición de LUC, publicada en Nueva York el 2002, en que se incluyen veintinueve poetas (ya no sólo doce), varios de ellos mujeres y de provincias. Otra perla es el uso de una penosa entrevista que le hicieron a Blanca Varela el 2005, cuando ella ya no estaba en completo uso de sus facultades, y en la que declaraba abiertamente que “todas las mujeres son putas” (revista Casa de citas 1). Pero esto último, claro, es lo que menos se repite de tal entrevista. (¡No conviene!).

Tampoco es exacto que desde el exilio voluntario en Estados Unidos (en parte por maltrato político y laboral en el Perú) los ex Kloaka que vivimos acá no hayamos dicho nada sobre la nefasta política exterior norteamericana ni sobre el inmoral modelo económico neoliberal que ahora nos ha llevado a esta catástrofe pandémica a nivel mundial. Ahí están mis poemarios Declinaciones latinas (1999) y Las flores del Mall (2009), así como numerosos artículos periodísticos, para corregir la entrevista e iluminar a Sheridan.

En suma, muchas inexactitudes y algo de impertinencia publicar una entrevista de hace siete años, como si fuera una gran revelación, y cuyas reiteraciones ya se han contestado antes. Por desgracia, el fallecido entrevistado no tiene opción ni de rectificar ni de desarrollar sus argumentos. Y hay que señalar con cierta decepción que las aclaraciones que he publicado varias veces a los mismos juicios de Tulio son elocuentemente silenciadas por la entrevistadora.

Pero dejemos a los muertos en paz. Y abandonemos de una vez por todas el succionamiento digital, sobre todo en estos tiempos del Coronavirus, pues puede ser suicida. Pasemos, jóvenes colegas, a ejercer una crítica, si no ecuánime, al menos un poquito mejor informada y menos complaciente.

Un abrazo fraterno y antiviral,

José Antonio Mazzotti
Poeta y catedrático
DNI 06350301

Boston, 7 de abril del 2020

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