Vanguardias latinoamericanas en Entre caníbales N. ° 9 , por Alex Hurtado

Entre Caníbales. Revista de literatura. Año 2, N. ° 9, diciembre de 2018, 225 pp. ISSN: 2520-078X.

Desde la aparición de su primer número a fines del 2016, Entre caníbales, una de las pocas publicaciones periódicas sobre literatura en el país, ha cumplido dos años construyendo debates y difundiendo las investigaciones de la comunidad académica peruana y, ahora, latinoamericana. No obstante, desde su primera entrega, la revista ha experimentado considerables cambios que han devenido en este monográfico sobre la vanguardia literaria latinoamericana, cuyo referente más importante se encuentra en el número 15 de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana.

Los cambios formales que presenta Entre caníbales hasta la actualidad revelan un nuevo aspecto en su presentación: de una edición artesanal se convierten a una publicación de formato tipo libro, aumentan de 42 páginas iniciales a 225 y el cráneo que los caracteriza ahora está inspirada en la cultura Paracas. Se evidencia, además, una nueva estructura en el equipo que la conforma, pues ante la desarticulación de su primer comité directivo constituyeron una directiva, ahora en la responsabilidad de Helen Garnica, y un Comité Editorial, en la actualidad constituido por cuatro miembros de distintas universidades del país. Esto nos lleva a un aspecto más importante: la “revista literaria peruana” se convierte en “revista de literatura”. Entre Caníbales ha abandonado su carácter local sanmarquino, anunciado desde sus primeros días y posteriormente más abierto a otras universidades peruanas, para ampliarse a un espectro latinoamericano. Así, ha integrado un comité académico con importantes intelectuales del ámbito aunque sin lograr que este tenga el carácter latinoamericano que pregonan y también la anhelada indexación de sus últimas entregas. Ha dejado de lado su carácter artesanal y local para ser una completamente académica, lo cual se traduce en la desaparición de varias secciones que la acompañaron en su primer año: las crónicas y las reseñas, apartados que le otorgaban un mayor dinamismo a su principal interés beligerante.

A partir de esto, la revista de literatura ofrece un monográfico sobre las vanguardias que pudiera ser el más interesante de sus entregas, debido a su marcada inserción en una tradición crítica, como reclama en su primer número, inaugurada por las revistas de vanguardia Amauta y el Boletín Titikaka. La delimitación temporal que establecen los editores para el concepto de vanguardia abarca la década del veinte, aunque esta no funciona como una barrera infranqueable y estricta.

La tradicional réplica a los anteriores números se mantiene, lo que facilita el intercambio polémico a través de esta recordemos la discusión entre Dorian Espezúa y Richard Leonardo en esta sección. Esta vez la “Editorial” responde a la réplica del presente número, realizada por Judith Paredes Morales, quien, en un primer momento, señala errores en la diagramación, lo cual también afirmamos a pesar de que los editores se encarguen de negarlo: a lo largo del texto encontramos pequeñas erratas que entorpecen la fluidez de la lectura y, como apunta Paredes incluso esta se refiere al número anterior, “las letras se sofocan en los bordes estrechos” (p. 17).

A falta del prolegómeno correspondiente, el contenido dedicado a las vanguardias se encuentra en los artículos y en la entrevista. Los editores realizan una interesante división en tres grupos de la primera sección, que recorre Perú, Argentina, México, Bolivia y Brasil. El primer grupo abarca tres artículos que establecen un diálogo entre la sociohistoria y la estética de la vanguardia en autoras como Magda Portal y Ángela Ramos, en el ámbito peruano, y la corta duración del surrealismo argentino. En el caso de Portal, Evelyn Autry se encarga de historizar su época vanguardista en el poemario Una esperanza i el mar (1927), específicamente la manera de “retratar” los cambios de la modernidad en “Canto proletario”, enfatizando la relación entre política y literatura, que convivieron en constante tensión en su obra. Por su parte, Luciana Del Gizzo analiza las dificultades que sorteó el surrealismo argentino en su primera y fugaz etapa con Aldo Pellegrini. La investigadora se desvincula de otros estudios que buscan el carácter autóctono o foráneo de este movimiento al cuestionar los motivos por los que se arraigó en Argentina. El aspecto más destacado de su estudio radica en la propuesta de la “estética de umbral”, la cual se inscribe en instancias de inflexión del siglo XX “que corporizaron lo que ya no era y lo que todavía no era” (p. 61). Juan Cuya Nina se centra en la narrativa peruana de vanguardia, género menos estudiado que la poesía pero que viene suscitando mayor interés en la comunidad académica. Analiza el cine y el humor presentes en el relato “Escribiendo una película” (1927) de Ángela Ramos, publicado en la revista Variedades. Cuya Nina logra demostrar no solo el carácter vanguardista del cuento por la inclusión de elementos cinematográficos, sino también la supervivencia de espectáculos teatrales, los cuales estaban siendo opacados por la influencia de Hollywood.

Los tres siguientes establecen relaciones entre la política y la literatura de vanguardias, a través de las revistas y el Estridentismo en México y el movimiento de la Antropofagia en Brasil. El primero de ellos, “La vanguardia y las revistas culturales mexicanas de la década de 1920”, de Fernando Ibarra, nos presenta un panorama de la prensa con el objetivo de vislumbrar el nexo entre estas y los movimientos vanguardistas, así, propone rechazar la dualidad que la crítica tradicional encuentra entre Estridentistas y Contemporáneos. César Núñez se centra en “El final del Estridentismo”, que había sido vinculado de manera tradicional por la caída del gobierno de Heriberto Jara. Sin embargo, Núñez se aparta de un análisis político, el cual llegaba a la conclusión señalada anteriormente, para realizar uno literario y, así, demostrar que el movimiento estridentista culminó mucho antes del fin del régimen militar, específicamente durante el ascenso de este. Así, lograron que la estética del grupo se viera supeditada a la política. Para el caso de la Antropofagia brasileña, Rodrigo Octávio Cardoso se interroga sobre la validez de este grupo en tanto supera la colonialidad cultural interna, como se ha creído tradicionalmente. Para el autor, los antropófagos parten de una élite blanca con educación europea a la par del Estado-nación brasilero que exotiza al indio logrando convertirlo en una “cultura de exportación” (p. 110). De esta manera, los trabajos propuestos en esta sección tienen en común el estudio de la relación entre política y vanguardias, pero, además, un cuestionamiento a la tradición crítica que se ha construido sobre estos temas.

Los tres últimos artículos presentan nuevas lecturas a partir de autores como Mário de Andrade en Brasil, Hilda Mundy en Bolivia y Gamaliel Churata en Perú. Lucas Assis revisa la obra de Mário de Andrade a partir de los elementos populares y folclóricos que se inscriben en las composiciones de Chico Antonio y otros cantantes. Virginia Ayllón, por su parte, estudia una de las pocas escritoras de la vanguardia boliviana: Hilda Mundy. Realiza un recuento del descubrimiento y valoración de esta etapa y de la autora por la crítica literaria a inicios del siglo XXI; además, reconoce un error en los estudios dedicados a esta autora: la nada, el silencio y la desaparición son características que se le atribuyen basándose en aspectos extraliterarios; Ayllón, en cambio, las propone como marcas vanguardistas de su obra. Por otro lado, Cesar López plantea la intención de Gamaliel Churata por superar las vanguardias en El pez de oro a partir de la animalidad presente en él, pues “ya no tendríamos una obra que se debate contra la razón, sino que descubriría una razón divergente” (p. 200). López propone leer el libro de Churata no como una obra de vanguardia o surrealista, sino como aquella que parte de una racionalidad animal y de un pensamiento amerindio, es decir, una propuesta superior a los “malabares formales o lingüísticos” (p. 200), que permite entender con mayor plenitud el problema de lo latinoamericano.

La revista incluye una separata que rescata textos y reseñas de la década del veinte, aunque solo autores peruanos. Los artículos que Entre caníbales publica en esta entrega nos permiten conocer las nuevas investigaciones que se vienen desarrollando respecto de la vanguardia latinoamericana, lo que conlleva a reparar en los avances que se han logrado con relación a la crítica tradicional. La aparición de estudios sobre vanguardia boliviana que la RCLL no incluyó en su monográfico llama la atención y advierte la intensa búsqueda de archivo que aún queda por realizar sobre estas décadas. También es importante destacar la decisión de incluir textos sobre la vanguardia de Brasil en su idioma, logrando una cobertura más amplia sobre las investigaciones literarias de latinoamérica.

Alex Hurtado

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